ALGO DE HISTORIA Y OBJETIVOS DEL GRUPO MISIONERO

El actual grupo misionero de El Ranero surge cuando en 2006, las Misioneras Combonianas, que llevábamos 25 años viviendo en Murcia, dejamos esta Diócesis y se propone seguir con los encuentros que esporádicamente se tenían de oración y formación en nuestra comunidad.

El 30 de diciembre del 2006 hicimos una revisión de la vida del grupo donde decidimos que necesitábamos formación y seguir con algunas actividades.
Entonces nos cuestionamos lo siguiente:
¿Quiénes somos?
¿Qué hacemos?
¿Qué podríamos hacer más?

Desde hace tres años, que empezamos los encuentros mensuales, el grupo se ha basado en tres pilares:
*oración
*formación
*actividades



viernes, 20 de mayo de 2011

GUIÓN REUNIÓN 25 MARZO 2011

Grupo misionero del RANERO (25 de marzo del 2011)
Tema-Cuaresma:
EL SACRIFICIO AGRADABLE AL SEÑOR: DARNOS POR AMOR A DIOS Y A LOS HERMANOS: Jesús y sor Teresa Grigolini

Introducción: tiempo para compartir la vida del grupo

Canto de cuaresma y lectura bíblica:
Joel, 2, 12-18: “Convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras;…”
Isaías, 58, 1-9ª: “¿Para que ayunar, si no me hacéis caso? El día del ayuno buscáis vuestro interés; ayunáis entre riñas y disputas. Dando puñetazos sin piedad.
¿Es este el ayuno que el Señor desea; el día agradable al Señor?
El ayuno que yo quiero es este: abrir las prisiones injustas, dejar libres a los oprimidos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no cerrarte a tu propia carne”…

El tiempo de Cuaresma nos ayuda de una manera especial a comprender mejor el amor que Jesús tuvo y tiene por la humanidad (por todas nosotras) y el sacrificio máximo de este amor. Hoy pedimos al Señor que nos libre del peligro de acostumbrarnos a ver como normal la muerte de Jesús en la CRUZ.

Sor Teresa Grigolini (misionera Comboniana): a través de los años, ha habido y sigue habiendo, hombres y mujeres que intentan vivir profundamente la fe en Jesús y en su Evangelio y ésto conlleva siempre sacrificio.
Hoy reflexionaremos sobre una de las primeras misioneras Combonianas del tiempo de Daniel Comboni que vivió el sacrificio por fidelidad a su vocación y amor a Dios.
Teresa nació el 18 de enero del 1853 en un lugar de Italia llamado Mambrota. Apenas cumplidos los 21 años, el 23 de enero de 1874, ingresa en el Instituto Comboniano, uniéndose a las pocas misioneras Combonianas que existían (eran 5). Las primeras Combonianas parten para África el 12 de diciembre de 1877 y entre ellas va Teresa Grigolini, tenía 24 años.
Comboni y las demás misioneras le tenía una gran estima y la consideraban una gran misionera y una mujer muy completa; se caracterizó por su gran fe que le llevó a dar la vida por la misión. Sería el ejemplo de lo que Comboni llamaba, SANTA Y CAPAZ.

MAHDIA: Teresa ha sufrido como misionera, esposa y madre.
Estuvo junto al Fundador, Daniel Comboni, cuando éste murió el 10 de octubre de 1881 en Jartum y heredó su espíritu.
Experiencia traumática: Cuando Teresa dijo su sí al Señor para la misión, aceptó la voluntad de Dios y así aceptó todo lo que posteriormente vivió y sufrió.
Al año siguiente de morir el fundador, se desató en Sudán la revolución Mahdista.
EL MAHDI (el bien guiado por Alá): se creyó ser un profeta mandado por Alá para liberar a Sudán de los turcos y de la influencia cristiana.
La Mahdía comienza en marzo del 1882.
Teresa Grigolini fue esclava de la revolución Madhista y permaneció en el cautiverio por 18 años. Fueron años de martirio y vejaciones; querían obligarlas a perjurar, algo que nunca hicieron; pasaron por penalidades ínfimas y fueron obligadas por los musulmanes a casarse. Unos comerciantes griegos, que eran ortodoxos se ofrecieron a vivir con ellas y fingir que eran matrimonios; solo que pasaron los años y al ver que no tenían hijos, los musulmanes pensaron en darles maridos árabes-musulmanes. Ante tal situación, pensaron en que alguna debería casare verdaderamente para que los musulmanes las dejaran en paz. Teresa se ofreció a casarse, pasando así por un gran sufrimiento, siempre pensando en el bien de las demás hermanas que estaban en el cautiverio.
Lo que vivieron se puede resumir en la frase que le dijo el califa Abdul-lahi, cuando ella no aceptaba su propuesta de hacerse musulmana: “la muerte te sería mucho más dulce” y así Teresa vivió un tormento que duró 18 años.
Ella misma llegó a escribir: “A veces estábamos casi para decir: “pero ¿donde está Dios…; donde están nuestros santos y donde están las promesas de nuestra religión?, pero siempre terminábamos diciendo; “¡que se haga, Señor, tu voluntad!”
Tuvo oportunidad de escapar, pero nunca lo hizo, para no dejar abandonadas a sus hermanas misioneras: sor Concetta, sor. Caterina y sor Elisabetta; fue una verdadera madre para las hermanas. Esto significa un martirio lento, derramar su sangre día a día y gota a gota. Ser como Jesús en la cruz, que se dejó traspasar por la lanza por amor a todos nosotros.
Teresa fue la última en abandonar la tierra de la prisión; junto a su marido Demetrio Cocorempas y a sus dos hijos.
Murió ya anciana en su pueblo, San Martín Buonalbergo (Italia) El 24 de octubre de 1931, tenía 81 años.
El 15 de septiembre de 1995 sus restos fueron trasladados a la tumba familiar de las hermanas Combonianas, en el cementerio monumental de Verona (Italia).
De los escritos de Teresa Grigolini: “El cuerpo estaba hecho trizas, pero los dolores morales eran infinitamente peores. La gran debilidad nos ofuscaba el entendimiento. Al principio de nuestra prisión, orábamos con gran fervor y nuestra mente estaba fija en Dios. Éramos felices de sufrir a causa del Reino de Cristo, sentíamos al Señor cercano y nos sentíamos inundadas de su paz…Luego, cayó la noche, una densa tiniebla nos atenazaba; era la agonía del espíritu sin el más mínimo consuelo. La idea de poder testimoniar con la sangre nuestro amor a Cristo nos sostenía y nos infundía fuerza y vigor. La educación a la cruz que tanto nos inculcó nuestro fundador y el deseo del martirio que nos parecía tan cercano, nos infundían ánimo para soportarlo todo. Pero la muerte tan deseada, no llegaba”
Humanamente hablando, la actividad de estas primeras misioneras en Sudán terminó en un rotundo fracaso. Pero la historia ha demostrado que fue el fracaso del Viernes Santo que desemboca en la Pascua.

Tiempo para compartir la fe y el padre Nuestro